Un equipo internacional de científicos capturó un ejemplar a 1.100 metros de profundidad entre Groenlandia y Canadá. Por qué este descubrimiento abre nuevas preguntas sobre la biodiversidad
PorBrisa Bujakiewicz
En la oscuridad abisal, donde la luz apenas roza el agua y la vida parece improbable, un hallazgo reciente desafió las creencias sobre la fauna del Ártico.
A bordo del Statsraad Lehmkuhl, un grupo de investigadores observó señales sorprendentes: gracias a aparatos especiales que envían ecos, detectaron capas profundas en el océano Ártico que dan pistas de la existencia de peces mesopelágicos (especies que habitan entre 200 y 1.000 metros de profundidad, en la llamada “zona de penumbra” del océano). Hasta ahora, se creía que estos animales no vivían en esas aguas oscuras, donde la luz apenas llega y parecía imposible encontrar vida.
“Estamos empezando a ver evidencia de capas de dispersión profunda en el Ártico usando ecosondas”, reveló el investigador Maxime Geoffroy. Según precisó Environmental News Network, este descubrimiento cuestiona la idea establecida de que la luz constante del sol de medianoche impedía la migración vertical de estos animales y abre nuevas preguntas sobre la biodiversidad en las profundidades.
La noticia central surge de la captura de un ejemplar de pez linterna a una profundidad de hasta 1.100 metros entre Groenlandia y Canadá, en una zona situada a 60 grados norte. El equipo de la UiT Norges Arktiske Universitet logró recuperar este espécimen utilizando una red para zooplancton, en un área donde el fondo marino se encuentra a 2.500 metros bajo la superficie.
Según explicó Geoffroy en declaraciones recogidas por la universidad, el hallazgo fue fortuito: “Probablemente lo atrapamos en el fondo de nuestra lanzada, pero había 2.500 metros de agua bajo nosotros”. De acuerdo a los investigadores, se trata de un espécimen de la especie Borostomias Antarcticus, que puede medir hasta 30 centímetros de largo.
El pez linterna pertenece a una familia de especies conocidas por sus órganos productores de luz, llamados fotóforos, que generan bioluminiscencia. En ese sentido, Geoffroy detalló que estos animales, gracias a esta particularidad, son capaces de desencadenar una reacción química que emite luz.
Tiene sentido porque hay muy poca luz en la zona crepuscular. No sabemos exactamente para qué sirve la bioluminiscencia: podría ser para comunicarse o como respuesta al estrés”, explicó el investigador. Esta adaptación resulta fundamental en un entorno donde menos del 1 % de la luz solar logra penetrar.
El ejemplar capturado exhibía rasgos físicos notables. “Tenía dientes enormes, de aproximadamente la mitad del tamaño de su cabeza, y podía desarticular la mandíbula para tragar presas mucho más grandes que él”, describió Geoffroy a UiT Norges Arktiske Universitet. En las profundidades, donde la visibilidad es limitada, estos peces deben estar preparados para capturar y devorar cualquier presa que se acerque, incluso si supera el doble del tamaño de su cabeza.
A pesar de su aspecto singular, el pez linterna representa una de las poblaciones de peces más abundantes del planeta. Geoffroy puntualizó que, aunque no se trata de una única especie, el grupo de los peces linterna constituye el mayor stock pesquero global. No forman bancos densos, sino que se distribuyen de manera dispersa por los océanos. Su presencia se detecta con claridad en las ecosondas como parte de la llamada “capa de dispersión profunda”, que durante el día se sitúa entre 500 y 1.000 metros y por la noche asciende hacia la superficie.
El papel ecológico de los peces linterna trasciende su abundancia. Estos animales protagonizan la migración vertical diaria, un fenómeno en el que ascienden a la superficie durante la noche para alimentarse y descienden a las profundidades durante el día.
Geoffroy explicó que, mediante este comportamiento, transportan carbono desde la superficie hasta las masas de agua profundas, donde puede permanecer almacenado durante siglos.
El proceso comienza con las algas superficiales, que absorben carbono a través de la fotosíntesis. Los peces linterna se alimentan de animales que consumen estas algas y, al regresar a las profundidades, liberan carbono mediante la respiración, la excreción y otros procesos. “Esto los convierte en una parte importante del sistema de secuestro de carbono del océano”, subrayó el investigador.
Hasta hace poco, la comunidad científica consideraba que los peces mesopelágicos, incluidos los linterna, estaban ausentes del Ártico debido a las condiciones lumínicas extremas, como el sol de medianoche. Geoffroy explicó que estos peces son fotofóbicos y evitan la luz, por lo que la presencia constante de luz superficial impediría su migración hacia arriba para alimentarse.
Sin embargo, la reciente detección de capas de dispersión profunda en el Ártico sugiere que estos animales y otros organismos podrían estar presentes en la región, aunque aún no se determinó con precisión qué especies habitan esas aguas, indicó Environmental News Network.
El hallazgo generó entusiasmo tanto entre los investigadores como entre los estudiantes que participaron en la expedición. La captura de este pez linterna no solo aporta información sobre la biodiversidad de las profundidades, sino que también resalta la importancia de estudiar a estos animales para comprender su función en el ecosistema oceánico y los desafíos que enfrentan, como la contaminación lumínica de origen humano.